Durante los primeros años de la organización de la República, el estado de Chile buscó promover el asentamiento de inmigrante a través de la Agencia General del Gobierno de Chile en Europa para la emigración y la colonización, con los objetivos de beneficiar el desarrollo científico, económico, y ejercer soberanía en los nuevos territorios.
La llegada de nuevos colonos se vio incrementada por la ley promulgada el 10 de abril de 1824, que instituía beneficios tales como la exención de impuestos, la liberación de cargas militares y el otorgamiento de terrenos para la agricultura y la instalación de fábricas relacionadas con las materias primas del país.
Los primeros inmigrantes europeos fueron especialmente ingleses, franceses, italianos y alemanes, quienes en muchas ocasiones llegaban acompañados de sus familias, las que se asentaron a lo largo y ancho del territorio. Muchos de ellos llegaron atraídos por una política económica favorable como consecuencia de las medidas implementadas por los gobierno, generando así una eclosión cultural.
A mediados del siglo XIX, se constata un incremento en la presencia de italianos en el puerto de Valparaíso. Esto fue visible en el desarrollo de actividades terciarias vinculadas al desarrollo del comercio nacional como local[1], reforzando los sectores medios emergentes. Tales emprendimientos económicos, pese a no poseer un gran capital como el de los ingleses y un escaso contacto con la patria de origen, lograron por medio de alianzas entre amistades italianas y grupos familiares, lograron impactar en la vida urbana gracias al establecimiento de almacenes. Il Baciccia, Don Aldo y Don Giussepe, fueron algunos locales emblemáticos del puerto, resguardados en una memoria y tradición colectiva.[2]
Para la misma época, el estado de Chile comienza su expansión territorial y para ello los inmigrantes fueron indispensables. Los primeros colonos que arribaron las actuales regiones de los Ríos y de Los Lagos, se encontraron con una naturaleza abrupta, un invierno implacable, esto es, con un territorio no explorado.
Uno de los principales impulsores del proceso colonizador fue el gobierno de Manuel Bulnes, que entregó los elementos necesarios para que los inmigrantes iniciaran una nueva vida: comida, tierras y dinero para la construcción de casas. Logrado esto, una de las mayores preocupaciones recayó en cómo educar a los niños y a las futuras generaciones, por lo que prontamente se da inicio a la creación de distintos establecimientos educacionales, los cuales se centraron en mantener las tradiciones a través del idioma y la cultura.
Es importante reconocer y visibilizar a través de estos documentos la influencia que tuvieron los hombres y mujeres de las distintas nacionalidades que durante el siglo XIX llegaron a Chile buscando mejores oportunidades, y que en este territorio dibujaron y planificaron su legado, que es visible en diferentes expresiones culturales, como la educación, la arquitectura y la cocina, entre muchas otras, que hoy a doscientos años hemos adoptado como nuestras.
Imagen: Vista del Muelle Fiscal de Valparaíso, y un barco. Al fondo el cerro Artillería, y la antigua Escuela Naval, hoy convertido en Museo. Región de Valparaíso, circa 1890. Museo Histórico Nacional, Nº inventario AF-78-4.
[1] René Salinas Meza, “Perfil demográfico de la inmigración italiana a Chile”. Presencia italiana en Chile, Baldomero Estrada. (Valparaíso: Eds. Universitarias de Valparaíso, 1993), pp. 11-12
[2] Leonardo Carrera, Italianos en Chile. Un proceso de inmigración y retorno. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso,2015, pp.53-55
