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Expansión ferroviaria en Chile

GULLIVER, Alex R.  Ferrocarril Trasandino en funcionamiento.


La expansión ferroviaria experimentada en Chile a fines del siglo XIX y comienzos del XX tuvo su origen en el intento de integración a un sistema económico fundado en el progreso. Con este fin, gobierno y privados se enfocaron en implementar adelantos tecnológicos a lo largo del país.

Se entendía el progreso como la adaptación de la economía nacional a la mundial, ofertando a los países industrializados materias primas como cobre, carbón, salitre y otros minerales.

Los obstáculos que imponía la geografía a este proyecto eran posibles de sortear a través de obras ingenieriles y adelantos tecnológicos como el ferrocarril.

Las líneas férreas unieron los centros productivos del país con las ciudades o puertos desde donde se distribuía la materia prima a los principales centros industriales del mundo.

El traslado de personas, ideas, mercancías y modas a través del país también creció. El concepto de comunidad nacional se apoyó en este medio de trasporte que transfirió a gran parte de las alejadas regiones los símbolos de la modernidad.

Es posible vislumbrar el proceso de implementación del trazado ferroviario en Chile a través de dos modelos: el privado y el estatal.

Los trenes salitreros en el norte y trenes carboníferos en el centro y sur fueron construidos por las empresas extranjeras que explotaban yacimientos mineros.

La iniciativa privada careció de una planificación que permitiera crear un sistema integrado de transporte de personas y productos. En Antofagasta, por ejemplo, la prioridad era desplazar los minerales producidos por la industria del salitre desde el interior del desierto hacia los puertos de embarque, por lo que se crearon una serie de vías inarticuladas.

El presidente José Manuel Balmaceda fue uno de los grandes impulsores de la intervención estatal en la planificación de los ferrocarriles, pues a su juicio el tren contribuiría decisivamente a consolidar una nación próspera a nivel económico, social y político.

La construcción del viaducto del Malleco fue el reflejo de este impulso. Su edificación, terminada en 1890 durante el gobierno de Balmaceda, fue un emblema de la ingeniería metálica de gran envergadura. Su consumación permitió la rápida conexión del sur del país.

El ferrocarril Trasandino (Los Andes-Mendoza) por la zona de Juncal fue un hito. Inaugurado en abril de 1910, concretó uno de los desafíos de ingeniería más complejos del transporte ferroviario: la construcción de una vía que atravesara la cordillera de los Andes.

Su creación obedeció al interés de las potencias económicas occidentales por mejorar el comercio internacional con sus colonias a través de una vía entre el Pacífico y el Atlántico sur.

La elite económica chilena también estaba interesada en esta ruta, pues estaba inquieta por la construcción del Canal de Panamá y los trastornos financieros que ello podría ocasionar a la economía nacional, sobre todo de Valparaíso.

Para 1910 Chile contaba con una completa red de trenes desde Iquique a Puerto Montt con más de 8.883 kilómetros de líneas férreas.

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