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Creación de Escuelas en Chile (1860-1920)

Solapas secundarias

Escuelas nocturnas bajo la tutela del Estado


Intelectuales y políticos del siglo XIX coincidieron en que la educación del pueblo era fundamental para responder a las demandas del sistema capitalista y legitimar el nuevo orden político que instauró la República. Los entendidos se dividieron al momento de definir a quiénes debía estar orientada la enseñanza y qué contenidos debía reproducir.

Luego de los encarnizados debates que caracterizaron el período 1840-1860, el Estado chileno optó por un sistema conservador que veía en la educación una forma de reproducir el orden social: enseñanza primaria para el pueblo y secundaria para los privilegiados.

El avance de la escuela primaria no se materializó entre los sectores populares hasta entrado el siglo XX, marginando a amplios sectores del aprendizaje de la lectura, la escritura y la aritmética.

Para subsanar el abandono, sociedades de artesanos y organizaciones mutualistas crearon escuelas nocturnas para colaborar en la instrucción de la llamada "clase menesterosa".

La primera iniciativa surgió en 1861 de la Sociedad de Artesanos de Valparaíso, que fundó una escuela nocturna que tuvo una breve existencia debido a problemas económicos. Para suplir la necesidad de instrucción existente, la sociedad puso en práctica un taller de herrería.

Continuaron fundándose escuelas nocturnas para obreros a lo largo de Chile. Para todas, el proyecto era contribuir al adelanto y la instrucción de los hijos del pueblo, mediante la enseñanza de la lectura, escritura y aritmética, la formación moral y la promoción de la fraternidad entre los miembros y sus familias.

Educar al pueblo y aportar obreros calificados a la industria y servicios para promover la movilidad social era el nuevo objetivo de la educación. Se configuraba así un discurso educacional integrador que buscó reformar la conducta de los sectores populares para hacer mejores hombres y ciudadanos dentro del sistema (Godoy, 1994: 8).

La carencia de recursos económicos y didácticos dificultaban la tarea. Lo común era que los miembros de las asociaciones de artesanos solicitaran aportes como resmas de papel, útiles de apoyo y libros para crear bibliotecas.

En 1889 las autoridades consideraron necesario que el Estado administrara los establecimientos nocturnos a través de los centros de formación de profesores. La iniciativa se materializó en 1905, cuando se reglamentó el régimen de una escuela nocturna anexa a la Escuela Normal de Preceptores de Santiago, la primera en su género fundada en 1842 por Domingo Faustino Sarmiento.

El protagonismo asumido por el Estado en los establecimientos para trabajadores permitió que éstos se desplegaran a lo largo de todo el país, y reemplazaran a las escuelas nocturnas de organizaciones mutualistas de artesanos.

Las escuelas nocturnas y la formación técnico-laboral comenzaron progresivamente a figurar en la agenda de los congresos de educación, que se realizaron en las primeras décadas del siglo XX. Con el propósito de modernizar la educación y la sociedad laboral, el Estado incorporó nuevas disciplinas educativas y formativas en algunos de estos centros de estudio.

A pesar de la progresiva intervención del Estado, algunas escuelas de artesanos continuaron siendo líderes en el sistema educativo. Este fue el caso de la Sociedad Asamblea de Artesanos e Industriales, que continuamente demandó al ministro de Instrucción Pública fondos y recursos para mantener sus escuelas nocturnas.

La Sociedad de Artesanos La Unión tuvo una trayectoria particularmente significativa. Fue fundada por Fermín Vivaceta en 1864, y su escuela estuvo activa hasta 1973.

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